En el mundo del ajedrez es muy conocida la anécdota que Capablanca protagonizó cuando tenía 4 años y corrigió a su padre cuando éste movió mal un caballo. Nadie le había enseñado las reglas, pero él las aprendió observando a su progenitor cuando jugaba al ajedrez.
También es famosa la precocidad de Samuel Reshevsky, que a los 4 años aprendió a jugar y a los 6 corrigió un final de partida de Rubinstein contra Lasker, demostrando que el primero podía haber ganado en dos jugadas menos.
Y es que el ajedrez tiene, entre sus virtudes, que no sabe de razas ni de sexos ni de edades. Al menos, en teoría, porque en la práctica podemos encontrarnos con normativas tan absurdas como la que rige la competición de ajedrez no federado en la Comunidad de Madrid, que castiga la precocidad en el juego, impidiendo a un chaval prebenjamín, nacido en 2010, jugar en la categoría benjamín.
Me explicaré mejor. En Getafe, durante el mes de marzo, se convocó el tradicional torneo local que permite a los ochos primeros deportistas no federados de las categorías benjamín, alevín, infantil y cadete mixto clasificarse para la final autonómica. Y el resultado fue que, entre todos los benjamines y prebenjamines que disputaron este torneo, el primer clasificado fue Jaime Rey Martínez, nacido en 2010, alumno de nuestra Escuela de Ajedrez.
Pues, bien, lo que en aquel momento fue un motivo de sorpresa y alegría se ha tornado en desilusión, al comprobar que su precocidad es castigada con la imposibilidad de que Jaime juegue con chavales nacidos en 2009, 2008 y 2007. ¿Por qué? Porque se supone que a la tierna edad de 6 años, camino de 7, Jaime no debería divertirse compitiendo en ajedrez contra chavales de 8, 9 y 10 años.
¿Es o no es absurda la normativa?
Porque es muy razonable que las instituciones promuevan el carácter educativo, lúdico o de conocimiento de las diversas modalidades deportivas, evitando la competición en edades tempranas, pero establecer la categoría prebenjamín (nacidos en 2009 y 2010) para luego impedir sólo a estos últimos jugar la final autonómica, pese a los méritos personales de haber conseguido clasificarse, es frustrante, cruel y, sin duda, absurdo.
Menos mal que ni Capablanca ni Reshevsky nacieron en la Comunidad de Madrid, pero esperemos que el caso de Jaime, al igual que el de Samuel, también clasificado, pero nacido en 2010, sirva para cambiar una normativa que castiga la precocidad en el ajedrez, al tiempo que se empeña en fomentar inútilmente la competición entre cadetes no federados, cuando se pueden contar con los dedos de una mano el número de preadolescentes que juegan al ajedrez en nuestra región sin hallarse federados.
1 comentario en “Una normativa absurda o cómo la Comunidad de Madrid castiga la precocidad en el ajedrez”
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Me parece la normativa mas absurda que he oido. Pero claro, aqui en España lo absurdo es normal.dejen que jueguen quien lo merezcs por meritos, mo por decisiones administrativas.