Toda la culpa es mía

De momento, parece que nadie más de los equipos de nuestro club se anima a contar cómo les va en esos domingos de luchas incruentas, pero durísimas, de peones contra caballos y damas que mueren por su rey y reyes que resurgen de sus cenizas o mueren sin esperar ser recordados…

Ramos_01Jornada 11ª, domingo 05/03/2017 – GETAFE C
por José Luis Ramos

Ayer domingo, el “C” jugamos en Madrid contra el Liberty Chess y perdimos. Otra crónica negra, pensará alguno. Pero hoy no quiero pararme en la bronca que tuvimos nada más llegar con el tablero número dos suyo, aunque sí debo dejar constancia de varias cosas: la enorme tranquilidad de Andrés ganando en el sexto tablero; la técnica excelente de Cósimo en un final de rey y seis peones por cada bando, en el que nuestro compañero hizo valer la posición más activa de su rey; las tablas de Jairo tras una batalla agotadora en la que el contrario solo quiso empatar desde el principio; Juan rozó la victoria, pero ésta se le escapó como agua entre los dedos, aunque su sensación final era de satisfacción. Y Aarón debió y mereció ganar, pero los segundos implacables del reloj nos hacen ver cosas que no hay en el tablero. Yo perdí. Punto.
Hoy no quiero pararme en esos detalles, aunque los digo, porque esta crónica surge de una frase de Aarón cuando ya nos íbamos: «he terminado el último y me siento culpable de la derrota del equipo», dijo. Falso, por supuesto. Porque los culpables de la derrota somos todos, especialmente los que hemos perdido… y no importa en qué orden.
Por eso, esta crónica quiere hablar de ese sentimiento de culpa, de sentirse responsable de la derrota del equipo. ¿Quién no lo ha sentido alguna vez?
Me pregunto muchas veces cómo el ajedrez, esta competición tan individual, tan personal de uno contra uno, nos transforma en miembros de un equipo y nos influye tanto como para dejar de lado nuestra personal perspectiva y darlo todo por el equipo. Hasta el extremo de querer asumir toda la culpa. ¡Toda la culpa!… por la derrota del equipo.
En el “C” estamos al borde del precipicio. Quedan sólo dos jornadas en las que se decidirá nuestro futuro: seguir en segunda división o bajar a tercera. Y sea cual sea el resultado final, en cada uno de nosotros rondará la sombra de la duda, de la culpa por la derrota. En el borde de nuestro campo de visión, pasará fugazmente esa sombra que nos hará humanos una vez más.
Pero como me dijo mi hijo ayer domingo por la noche: «Papá, perder también es ajedrez». Y perder también forma parte de la vida, añado.

3 comentarios en “Toda la culpa es mía”

  1. Mola la descripción del paso de lo individual a lo colectivo, un matiz psicológico que no tiene que ver más que con las emociones. El deporte emociona y el equipo también.

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