JOSÉ LUIS RAMOS
Hace unos días veía en un vídeo de youtube a un MI hablando de las virtudes, o puntos fuertes, de los grandes de nuestro juego/ciencia/deporte. Uno de esas virtudes es lo que llamaba “Dinamismo de cambio de plan”. Lo explicaba diciendo que los grandes tienen mucha facilidad para cambiar el plan de juego previsto y adaptarse a las circunstancias de la partida mientras que nosotros, los simples mortales, tenemos dificultades para pensar en cambiar de plan. Mediatizados por lo que nos enseñan de elaborar un plan y seguirlo, nos es muy dificultoso tener la sangre fría para pararnos, analizar la situación del tablero y pensar en cambiar de plan. Por ejemplo, decía el MI, si jugamos con blancas la “inercia” que nos mueve es a llevar la iniciativa y en ese empeño jugamos hacia adelante aunque la partida haya tomado otro rumbo estratégico llevándonos a situaciones imposibles y perdiendo la partida.
Esto me vino a la cabeza en la jugada 4 de mi partida de esta tercera ronda de la Liga contra La Corrala Cartagena 99, pues yo jugaba con blancas en el tercer tablero y mi adversario varió un poco el orden de movimientos de la apertura normal al mover la dama a b6 apuntando a mi peón de b2. En muchas aperturas se da ese caso y si el negro toma ese peón la lucha lleva a situaciones muy complicadas pues el blanco puede ganar tiempos de desarrollo atacando a la dama negra a cambio del peón sacrificado.
Decidí entrar en esa variante porque me pareció muy pasivo seguir la línea más teórica y la partida se convirtió en una sucesión de jugadas tácticas en las que yo me desarrollaba rápidamente, incluído enroque, mientras el negro tenía que mover dama hasta seis veces escapando de mis ataques. De hecho mi contrario tuvo que renunciar al enroque y en su afán por desarrollarse perdió una pieza sin compensación alguna llevándole a un abandono rápido. Por como jugó mi rival, me pareció evidente que, teniendo ventaja de peón, intentó en todo momento un ataque a mi enroque pero sin ser consciente de que solo contaba con la dama para ello pues sus piezas se movían obligadas a casillas lejanas. No fue capaz de cambiar de plan y adoptar un esquema más defensivo esperando mi ataque.
Cuando mi contrario firmó la planilla ya habían acabado las partidas de Andrew y David. Me comentaron que en el sexto tablero Andrew perdió bastante rápido por un error grave.
David hizo tablas en el primer tablero y en el transcurso de los minutos, con algunos altibajos, cayeron de nuestro lado las partidas de Andrés y de Juan completándose el 3,5 necesario para ganar el partido. Óscar perdió finalmente en el segundo tablero pero con la tranquilidad de saber que el partido ya era nuestro.
El resto de equipos tuvieron resultados desiguales siendo el balance final de cuatro victorias y cuatro derrotas, aunque matizando que las derrotas de A y B en Preferente nos complican mucho las expectativas y nos abocan a una temporada de sufrimiento continuado en esa categoría, especialmente al B. La derrota del D en Segunda fue dolorosa, pues empezamos perdiendo 0-1 ya que nuestro segundo tablero no pudo venir y no pudo ser reemplazado al haberse iniciado ya el encuentro, y aún así, estuvieron a punto de empatar el partido.
En Tercera, tres victorias contundentes del E, F y H y una derrota del G por la mínima, buen balance que les mantiene en la lucha en esa difícil Tercera División, con especial mención a las caras sonrientes de los peques que pude llegar a ver antes de que se fueran. Se les nota cada vez más la experiencia y confianza que van cogiendo. Mi aplauso incondicional.
Una vez recogido el material y con la emoción de ver, una vez más, a tanta gente jugando ajedrez bajo el paraguas del mismo Club, nos fuimos unos cuantos a tomar un aperitivo, un buen plan que todos estuvimos de acuerdo en seguir, porque somos simples mortales y un brindis por el Club y por el ajedrez borra amargas derrotas y nos acerca al Olimpo de los dioses.